Una persona ridícula, que le teme tanto al abondono porque es capaz de producirlo. Una persona con la fuerza para recrear una y otra vez su profecía.
Últimamente pienso mucho en J. Lo extraño. Extraño nuestro ritmo, y su manera de permitirme ser. Ese recuerdo es una falacia. Pero persiste. En mi cabeza, J y yo teníamos una relación armónica. Aunque sé que en el fondo no era así. Sé que estábamos estancados, tristes y solos.
Tengo ganas de ser distinta. Pero no puedo evitar ser mi propio lugar común.
Pienso que el pasado es una condena, y no un aprendizaje.
Dudo de mí. Y esa duda enorme es mi propio precipicio.
Quisiera darme la mano, pero se me olvida cómo. Porque las tropas están sobre mi gritando que no voy a poder.
Volver a enamorarme me parece monstruoso y alucinógeno.
Pero ya no me pregunto dónde estoy cuando me levanto.